martes, 19 de abril de 2011

Sobre la regeneración de la democracia española

Hoy se vuelve a hablar de la necesidad de regenerar la democracia española. Se coincide, por parte de muchos, en que nos encontramos ante un sistema político-social que está dando alarmantes síntomas de descomposición, perceptibles claramente en lo que se denomina politización de la justicia, partitocracia, corrupción administrativa, crisis institucional por las derivas secesionistas, incapacidad de generar empleo estable y de calidad, etc. Todo ello coincide además con una crisis económica mundial que nos puede rematar con la puntilla de una suspensión de pagos de la economía española que siga a las de Grecia, Irlanda y Portugal. Si ello ocurriese, estaríamos de nuevo ante una crisis en nuestra estima nacional cuyo paralelo podría haber sido la crisis del 98 en la Restauración decimonónica. Y aquí es donde está surgiendo el recuerdo de aquel Movimiento regeneracionista de carácter civil que encabezó Joaquín Costa, del cual se cumple este año el centenario de su muerte.

Hay muchos paralelismos que se pueden hacer entre la crítica de Joaquín Costa en su famoso libro-Informe "Oligarquía y Caciquismo" a la 1ª Restauración y la que hoy se está haciendo a esta 2ª Restauración borbónica. En primer lugar la constitución de una oligarquía en ambas. Una oligarquía de burgueses terratenientes improductiva y atrasada resultado de la Desamortización de los inmensos bienes de la Iglesia en la 1ª Restauración que, debido a que el pueblo, salvo en las grandes ciudades, se abstiene en las elecciones, consigue aminorar esa abstención mayoritaria por el predominio de la población rural analfabeta con la compra del voto a través de los caciques locales controlados por el gobernador civil correspondiente, el cual neutraliza a su vez al poder judicial en las denuncias contra los caciques. En esta 2ª Restauración aparece una nueva oligarquía integrada por los dos grandes partidos (PSOE, PP)más alguna bisagra (CIU, PNV) junto con grandes bancos y grupos mediáticos, necesarios estos últimos porque en una España ya predominantemente industrial (gracias a la industrialización del franquismo) el pueblo mayoritariamente vota a estos partidos y solo cabe controlar el voto con la "Brunete mediática" y las listas cerradas (cuasi plebiscito). Quienes organizan ahora las elecciones son los partidos mayoritarios, los cuales controlan a su vez al poder judicial por el nombramiento de los miembros del Constitucional y del Consejo General del Poder Judicial (partitocracia) con la tendencia desbocada por los Estatutos de Autonomía no constitucionales a regionalizar estos controles a través del poder de los Presidentes Autonómicos que tienden a considerar las Autonomías como una especie de nuevos Estados libre-asociados. Asimismo se observa una semejanza en la crisis y dejadez de las Universidades y los "intelectuales", a los que se condena a la muerte civil si son díscolos por medio del control de sus apariciones mediáticas que les acercarían al pueblo. De ahía la apatía intelectual en la que nos hallamos.


Pero aquí se acaban las semejanzas principales pues, si comparamos otros aspectos, la España oficial que hoy tenemos no se parece nada a la España oficial de la 1ª Restauración. La España oficial decimonónica era "casticista" y defendía un patriotismo español de "cartón piedra", retórico, tradicionalista, etc. Mientras que la España oficial actual es papanatamente europeista, antipatriotica, rechaza la bandera, pone en cuestión la unidad e identidad de la nación española, sacraliza el Euro, etc. La España de la 1ª Restauración exaltaba al Cid y a Lepanto contra el Islam, a las glorias literarias del Siglo de Oro. La España oficial actual ha dado tantas vueltas de llave en la Enseñanza no solo al sepulcro del Cid sino a la propia Historia de España, que hoy es sustituida en las Autonomías por la Historia de Cataluña, del País Vasco, etc. El llamado "respeto" al Islam está llegando tan lejos que se idealiza la Alhambra y lo islámico medieval como faro de la civilización frente al cristianismo atrasado, bárbaro y superticioso. Consecuencia última y bochornosa de esto es la profanación de las Iglesias universitarias, no por el pueblo, sino por minorías "ateas", las cuales respetan sin embargo las mezquitas que han vuelto a resurgir en España después de siglos. En esto hay seguramente, además de las razones de desprecio cultural, miedo, mucho miedo al fanatismo islámico. Pero este miedo tiene la coartada, para no presentarse como tal, de la supuesta superioridad en tolerancia histórico-religiosa del Islam sacralizada por la Alianza de Civilizaciones de Zapatero.


La 1ª Restauración carecía de "escuela y despensa", según Costa. Hoy podríamos decir lo contrario, pues hoy son enfermedades comunes y muy extendidas enter el pueblo,las que tienen que ver no con el hambre, sino con el exceso de consumo y la sobrealimentación. Incluso la escolarización es excesiva sujetando a los niños desde los cero hasta la mayoría de edad, lo que obliga a todos a permanecer en una especie de guardería infantil sin posibilidad de seguir otros itinerarios educativos más adecuados a las características individuales. Con la consecuencia de un gran fracaso escolar por la imposición del igualitarismo educativo y la perdida de autoridad de los profesores. Incluso se han creado un numero desorbitado de Universidades, mal dotadas y peor organizadas, por intereses meramente electoralistas de los líderes Autonómicos y locales. Por tanto hoy diríamos "mejor escuela, mejor despensa".

Por todo ello, un movimiento regeneracionista actual, que trate de criticar la nueva España oficial de esta 2ª Restauración borbónica, no debe repetir miméticamente el programa de aquellos regeneracionistas decimonónicos que, a pesar de su poco efecto político en el corto plazo, en el que Costa se consideró políticamente como un fracasado, tuvo un efecto a medio y largo plazo que hace que, sin sus críticas y propuestas, no se pueda entender la política en la Dictadura de Primo de Rivera y en la de Franco, incluso en algunos aspectos positivos de la II República, como fue la dignificación social del maestro de escuela. Un movimiento regeneracionista de la situación política actual debería proponer reformas económicas como la vuelta a un capitalismo industrial con la reforma de la función de los bancos,tal como propone, por ejemplo, Mario Conde, tras su rica experiencia y conocimientos en el tema; debería proponer una superación de la crisis institucional por la limitación de competencias excesivas y, en los casos necesarios para el mantenimiento de la economía nacional o el funcionamiento del Estado, su supresión. Debería proponer una separación del Poder Judicial, una Reforma de la Enseñanza, una separación mayor del Legislativo y el Ejecutivo, dada la escasa capacidad moderadora que ha demostrado la Monarquía, etc.


Pero debería ser también consciente de que la nueva regeneración política y social llevará tiempo y debe ser enfocada para el medio y largo plazo, no obstante lo cual no se excluye que se produzcan cambios en cualquier momento por la irrupción súbita de nuevas fuerzas políticas, como esta ocurriendo en otros países europeos ante fenómenos dificiles de domesticar como la inmigración (Holanda, Finlandia, Francia) o los peligros de la energía nuclear (Alemania). de ahí que sea muy importante en España la formación de un nuevo tipo de políticos y minorías dirigentes, como decía Ortega y Gasset, junto con la de un nuevo tipo de elector español medio que se aleje del seguidismo y deje de votar al mal menor, porque son las circunstancias de ser hoy España ya un país integrado en Europa, en el grupo de las cuatro grandes economías, pero que por errores de sus dirigentes políticos y seguidismo conformista del electorado, nos hemos convertido en el eslabón más débil de la cadena económica que soporta a la propia Europa, en el sentido de llegar a ser, a diferencia de Grecia o Portugal, un peligro sistémico. Y ciertamente no es precisamente esta la función que aquellos regeneracionistas decimonónicos querían para su regenerada España. Recojamos, pues, sino su letra pues, como vimos, se la han apropiado hoy otros, si al menos su espíritu de regeneración, con el que inesperadamente nos hemos tropezado.


Manuel F. Lorenzo

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